Entrevista a Sara González de CERES mercado orgánico
En Colombia, la presencia de los mercados verdes es aún anecdótica. Comercios establecidos, en el que un colombiano pueda hacerse a una despensa con alimentos orgánicos, todavía constituyen alternativas adjetivadas como originales, debido a su carácter escaso.
En este contexto, algunos agricultores orgánicos optan por comercializar sus productos en el exterior, en la búsqueda de mercados y consumidores que estén dispuestos a pagar el valor de un alimento sano. En general, el consumidor colombiano desconoce el valor nutricional de alimentarse con frutos de la tierra producidos bajo esquemas limpios de producción. En el afán de la cotidianidad de un país, en donde la economía de gran cantidad de hogares es de subsistencia, el valor que se busca al adquirir la canasta familiar es el de la frugalidad.
No obstante, la posibilidad de acceder a una alimentación sana no debería ser privilegio de clases pudientes, sino una realidad común a todos. En Colombia se evidencian múltiples factores que dificultan este objetivo: escasas políticas encaminadas al incentivo y al fortalecimiento de redes de producción agropecuaria orgánica y/o con buenas prácticas; exiguo control y promoción de la producción orgánica ante las cadenas de supermercados, que comúnmente no pagan el valor justo al productor orgánico, mas etiquetan el alimento biológico con un precio elitista; incipiente demanda de alimento orgánico por parte del consumidor nacional, que se traduce en costos elevados para la oferta agrícola orgánica colombiana. Y así, se podrían incluir cantidad de aspectos que tocan desde dinámicas económicas, así como la soledad de los agricultores biológicos, hasta un inminente cambio de consciencia de consumidores y productores.
Afortunadamente, al otro lado de la moneda, se visualiza gente trabajando con convicción e ideas frescas en la gestación de la transformación de los hábitos alimenticios venidos con la modernidad – vinculados con la inmediatez de la síntesis química – hacia una cultura alimenticia sensata y consciente. En ese escenario actúa Ceres, mercado orgánico, que en Medellín abre sus puertas no sólo a la comercialización de los productos orgánicos de campesinos de la región, sino también a la comprometida tarea de re-educar a consumidores en una cultura de nutrición en donde haya conocimiento del origen y del tratamiento de los productos alimenticios. En donde haya consciencia del trabajo de los agricultores y de su sostenibilidad. En donde haya una contribución a la protección del medio ambiente a través del consumo de alimentos agroecológicos producidos bajo esquemas respetuosos de la naturaleza.
CERES Colombia conversó con Sara González, co-propietaria y co-fundadora de Ceres mercado orgánico, acerca de su experiencia con su establecimiento; charla que evidenció la inminencia del fortalecimiento de redes de campesinos, consumidores y comercializadores, en la búsqueda de una realidad alimenticia sostenible y saludable.
CERES Colombia: ¿Qué es CERES mercado orgánico?
Sara González: Ceres es un espacio en donde comercializamos productos orgánicos y vegetarianos, cultivados y procesados de la mano de personas interesadas en rescatar las raíces de la alimentación integral, completa y sin contaminaciones. Es un mercado en donde se ofrecen frutas y verduras orgánicas, agroecológicas, sin ningún tipo de fumigaciones. Y otra línea de conservados orgánicos, una línea para el hogar y otra de aseo personal.
CC: ¿Cómo surgió la idea de montar un mercado con este tipo de productos?
SG: Julia correa, mi socia, y yo, desde siempre en la universidad, hemos tendido a la prácticas relacionadas con obras sociales. Decidimos, en el momento de emprender una vida laboral, buscar una solución con la que pudiéramos abarcar un público en la ciudad. Encontramos muchos campesinos en el mercado convencional y quisimos apoyarlos y la agricultura orgánica entonces nos pareció el complemento perfecto. Apoyar al campesinado que es un público vulnerable, pero que está de cierta manera aportando para la sostenibilidad tanto de su familia, como del medio ambiente y a la salud de quienes consumen sus productos.
CC: Siendo tú, Sara, comunicadora social y Julia, diseñadora de interiores ¿Cuál es la relación que construyen con la agricultura orgánica?
SG: La agricultura orgánica es un estilo de vida. Al estar vinculadas a este mundo hemos aprendido mucho; hemos trabajado de la mano de expertos en agricultura orgánica. Son conocimientos que uno va interiorizando y comprendiendo. No tanto la parte técnica; no tenemos el conocimiento de un agrónomo o una persona que ha estudiado la tierra y sus componentes. Manejamos muy buenos contactos, tenemos buenos maestros y trabajamos con los campesinos en una base de confianza.
CC: ¿ Cuál es el perfil de los productores que proveen su mercado?
SG: Trabajamos inicialmente con dos proveedores para la verdura. Uno de ellos es un campesino que se llama Jhon Ríos, él tiene sus cultivos en La Ceja. Ha sido parte de la organización COAS1. Ahora es independiente. Es un campesino gran amigo nuestro. Él se encarga de liderar una red con sus amigos aledaños para trasmitir su conocimiento. Y también estamos de la mano con una finca en Rionegro, donde se está generando una cooperativa de apoyo a los campesinos y existe un gran cultivo que es un lugar de enseñanzas.
CC: Los productos comercializados ¿han sido certificados bajo un sello nacional o ustedes mismas han hecho el control?
SG: Manejamos un aval de confianza con nuestros proveedores. En nuestro equipo de trabajo contamos con personas que nos acompañan y asesoran en estos procesos. Con los campesinos hacemos las visitas y ellos son quienes deben explicarnos cómo hacen sus procesos de siembra y fumigación. La agricultura orgánica se hace evidente, además que deben contar con insumos de preparaciones que se deben encontrar en el cultivo. Se deben hacer evidentes los biofertilizantes y diferentes minerales, como la harina de rocas en los cultivos. Se van creando redes y es nuestro deber y responsabilidad confiar en esa red. Los campesinos con los que trabajamos llevan en esto muchos años, incluso más de los que tiene Ceres en el mercado, ellos han forjado sus procesos agroecológicos por su cuenta. Ahora, en conjunto con Ceres, se refuerzan los procesos y canales de distribución.
CC: ¿Qué productos constituyen la oferta de Ceres?
SG: Manejamos todo lo que son frutas y verduras. Una línea de procesados como aromáticas, sales, miel de abejas, especies, bebidas. Además de ser mercados de orgánicos, también es uno de productos vegetarianos. No vendemos nada que provenga de animales, pues estamos en su defensa. También vendemos granos, arroces, pastas, panes, café. En la línea de aseo tenemos aceites corporales., shampoos, cremas de dientes, jabones. En la línea del hogar, desinfectantes, desengrasantes, multiusos, lavalozas, jabones para las manos. También vinos locales. Son licores artesanales producidos de mora y de mortiño.
CC: ¿Todos los productos son nacionales o importan algunos productos?
SG: Tenemos cuatro productos que son importados porque tristemente no se encuentran acá. Desearíamos que todos los productos fueran locales. Tenemos el jarabe de agave que es un endulzante mexicano increíble, además de que es sumamente respetuoso con los animales. Están las bebidas que reemplazan de cierta manera la leche, de arroz y de quinoa. Una pasta biológica italiana. Y sal del Himalaya que es americana.
CC: ¿Logran hacer una dieta completamente orgánica con los productos que tienen al alcance?
SG: Claro que sí. Socialmente es imposible seguirla, porque uno no siempre puede ir a la casa a comer; tienen que comer por allí en donde se aparezca el almuerzo. Pero yo creo que con los productos que encuentras en Ceres, puedes llevar una vida orgánica y sana en tu cotidianidad.
CC: ¿A qué sabe lo orgánico?
SG: Un producto orgánico sabe a lo que debe saber. Por ejemplo, un tomate orgánico tiene un sabor increíble, sabe a realidad. Sabe a raíz, sabe a integral.
CC: Los precios ¿Son asequibles a qué tipo de consumidores?
SG: Debido a la poca demanda los productos orgánicos son un poco más costosos, para públicos estrato medio y alto. Tratamos de manejar precios muy competitivos en el mercado. Quisiéramos abarcar todos los públicos, pero entre menos demanda haya menos oferta hay y es más difícil el proceso de distribución y de comercialización. Una vez se logre posicionar e incrementar el consumo de orgánicos, los precios tienden a bajar. Son productos muy especiales en el mercado y por eso incrementa su costo.
CC: ¿Qué percepción tienen del consumidor colombiano?
SG: Podemos hablar del consumidor paisa. Las personas de Medellín son de mentalidad muy cerrada. Somos criados de una manera que creemos que es la única. No todos tenemos la capacidad para abrir nuestra mente y percepción para entender esto. Ha sido muy difícil. Ha sido un proceso de educación y capacitación, constante acompañamiento. Mostrarles con hechos, cifras, qué es lo que pasa con los químicos. Pero se ha ido logrando un público, un mercado. Creo que con todo el impacto global que se ha generado hacia el medio ambiente, la gente ha reflexionado que no tiene por qué ser así, que estamos acabando con el planeta, que nos estamos intoxicando. En este momento estamos generando un despertar hacia la agricultura orgánica, hacia una vida sana, hacia una vida más tranquila. Estamos en un inicio, pero vamos muy bien.
CC: Ustedes manejan cierto tipo de actividades, como las salidas agroecológicas ¿estas actividades están enfocadas hacia esa re-educación del consumidor?
SG: Claro que sí. Tenemos ciertos programas para tratar de acercar al consumidor hacia las prácticas de agricultura orgánica; porque la gente se ha alejado completamente de sus raíces, de su conexión con el campo. Uno escucha a niños que creen que las frutas y las verduras vienen del supermercado y que son transportadas a la casa, entonces no logran esa relación de la tierra hacia la mesa. En estas salidas estamos invitando a familias con sus hijos, sus amigos, a que vengan y conozcan las prácticas; que vean que es un proceso muy bonito, muy grande. Queremos mostrar que nuestros productos tienen gran valor nutricional y social. Y también, con unos compañeros del restaurante vegetariano “Verdeo” estamos generando espacios en donde surgen charlas, clases de cocina, en donde se enseña a la gente a consumir sano, a consumir otros productos, a ver qué está pasando con el mundo.
CC: ¿Qué impacto ha tenido Ceres en su localidad?
SG: Pienso que ha sido un impacto positivo en la comunidad. Estamos ubicados en un lugar muy bonito, en un barrio muy tranquilo de Medellín, en el poblado. Estamos rodeados de naturaleza. La gente se intriga, la gente camina, viene mucho extranjero. Nos ven como algo novedoso, como un espacio tranquilo y ameno para disfrutar y aprender.
CC: En otros tipos de espacios como ferias o mercados móviles ¿Han participado? ¿Podríamos pensar que hay espacios para promocionar este nuevo tipo de consumo?
SG: Tenemos un gran defecto y es que le metemos mucho corazón a las cosas. Hemos tenido invitaciones a ferias pero hemos estado muy escépticas a compartir espacios desligados de nuestra ideologías. Y ferias verdes o ecológicas son pocas. Siempre buscamos la forma de hacernos conocer, pero bajo nuestra ideología. No queremos que la gente nos confunda, que malinterprete nuestras ideas.
CC: ¿Conoces otras experiencias de mercados similares al suyo?
SG: Si. Más o menos como hace 17 años está un mercado orgánico, creo que es el único que existía antes que nosotros, en Medellín, se llama Coliflor. Es un mercado campesino muy bonito porque ellos mismo producen y comercializan sus productos. Existen charcuterías y otras tiendas que venden productos orgánicos. Pero en realidad, mercado orgánico como tal con gran variedad de productos orgánicos y naturales, solamente somos dos.
CC: ¿Cuáles son las motivaciones de los agricultores proveedores de Ceres para producir bajo esquemas de producción limpios?
SG: Por ejemplo, nuestro gran acompañante durante todo este proceso tuvo una experiencia de vida muy bonita y fue cuando ya, en agricultura convencional, estaba absolutamente explotado, destruido, no le quedaba ninguna opción de vida. Estaba debiendo más de lo que producía; estaba muy mal económicamente y un amigo de él, alguien que conoció de COAS, en donde él empezó a practicar la agricultura orgánica, le ofreció la oportunidad de cultivar lulo orgánico. Y él dijo, “bueno qué más me queda, tratemos”. Y se metió con la cosecha de lulo y vio que la podía hacer, que los precios eran más bajos, el sabor mejor y el fruto más sano. Y desde hace 7 años produce orgánico. Ahora está tan capacitado y tiene tanto conocimiento, que inclusive es asesor para otras fincas, para enseñarles cómo es el proceso. Se ha convertido en una inminencia en agricultura orgánica en Antioquia. Ellos están tratando de ir en contravía del mercado convencional. En orgánico tienen un pago justo por sus productos. Se encargan de producir, de vender y tienen la conciencia tranquila de que sus productos están llegando de la manera correcta al consumidor final.
CC: Ceres hace parte de una red colombiana de agricultura biológica ¿podríamos hablar del trabajo que hacen ustedes allí? ¿Cómo funciona esta red?
SG: Cuando decidimos crear este espacio de mercado orgánico, fuimos a muchas entidades institucionales en busca de ayuda, de información, de soporte. Y la verdad el desconocimiento en la secretaría de agricultura es absolutamente vergonzoso. No tienen ni idea de lo qué es un producto orgánico. Cuando empezamos no recibimos la ayuda ni la información necesarias de parte de entidades institucionales. Llegamos a la esta red que se llama RECAB2. Ellos fueron quienes nos apoyaron con la información sobre los proveedores, los agricultores. Nos dieron mucha información sobre agricultura orgánica y acompañamiento en nuestra fase inicial. Ahora ya no estamos trabajando en conjunto con ellos, pero seguimos en contacto y apoyándonos mutuamente. Nuestro gran contacto para empezar fue esta red. La red es algo muy efectivo.
CC: ¿Conocen políticas que motiven la producción orgánica en Colombia?
SG: A nivel estatal todavía está muy débil. Falta mucho apoyo del gobierno. Mucha documentación, enseñanza, capacitación. Creo que es casi nulo lo que recibimos y lo que reciben los agricultores de parte del Estado. Es más bien la gente con corazón y con capacidad para ver otros tipos de alternativas de vida la que decide apoyar los procesos de las pequeñas redes de cooperación con la agricultura orgánica.
CC: ¿Qué percepción tiene de la agricultura orgánica en Colombia?
Pienso que estamos en un nacimiento, en un inicio, en crecimiento, en desarrollo. Todo esto de la globalización, del TLC, son condiciones en donde podemos generar ideas que nos ayuden a comprender dónde está la honestidad de los productos. A mejorar las prácticas agroecológicas.
CC: ¿Qué propondría a la agricultura colombiana?
SG: Uno de nuestros sueños es seguir conectando las redes. Es seguir cambiando y mejorando la vida de los campesinos. Lo más importante es fortalecer las redes existentes. Desde que haya una buena producción, desde que se consoliden estas redes y se tengan ideales claros se tiene resuelto lo fundamental.
Entrevista y redacción: Natalia Fernández-Ruiz
31.05.12
Ceres, mercado orgánico
http://www.facebook.com/ceresmercadoorganico
Provenza: Cra 35 # 8a-3 (Una cuadra arriba de La Divina Eucaristía). Medellín, Colombia
Teléfono: 2665360