De la sostenibilidad de un sistema productivo integral

Recorriendo la Hacienda Lucerna

De la sostenibilidad de un sistema productivo integral Recorriendo la Hacienda Lucerna

Existen distintas vías para realizar algo. Alguien podría decidir sembrar pequeñas parcelas con variedades de caña de azúcar en desuso y obtener por hectárea un promedio de 9 toneladas al mes, durante quince o más años. Elegir intercalar líneas de leguminosas entre las líneas de la gramínea para crear callejones. Contratar ovejas para las labores de deshierbe y pagarles tanto como coman. Obtener una caña de excelsa calidad a un costo considerablemente menor que el de una caña convencional.

Algunos como La Hacienda Lucerna optaron por ese ritmo pausado, que permite reflexionar acerca de los esquemas productivos que se implementan. Como resultado, han creado un eficaz sistema de producción que integra agricultura y métodos silvopastoriles.

La Hacienda Lucerna maneja 152 hectáreas de caña de azúcar, que al año reportan una producción de 16.875 toneladas de esta gramínea. Esta empresa vallecaucana, situada en Bugalagrande, celebra 70 años en función, decenios en los que ha evolucionado a pasos colosales la estructura de sus sistemas productivos y, por ahí derecho, la sostenibilidad de la tierra que ocupa.

Enfocado inicialmente en la producción de soya y arroz, Carlos Durán Castro, visionario ingeniero agrónomo y fundador de la hacienda, desarrolló variedades que estuvieron en sintonía con la línea ambiental del Valle del Cauca. Luego, su interés se extendió hacia lo pecuario, en donde dedicó 50 años al desarrollo de la raza Lucerna. Durante esa trayectoria experimental, Durán Castro integró la caña de azúcar como cultivo predominante en la Hacienda, con el objetivo de producir panela de alta calidad, en un país en donde siendo este alimento un producto de consumo masivo, es producido y distribuido de forma rudimentaria y sin mayores controles.

Para Carlos Durán Castro era claro que la interrelación con la tierra debía ser en términos de recibir de ella y devolverle con creces. Es así como dedicó su vida profesional a hallar los mecanismos adecuados para la implementación de un sistema integral, en el que se propiciara la sana prolongación de los recursos y del fruto obtenido de ellos. El camino de la agricultura orgánica, que recoge muchas de las técnicas utilizadas tradicionalmente por los agricultores, se le presentó como una alternativa libre de químicos y un deber para con la construcción de futuro. Hoy, Hacienda Lucerna emplea cerca de setenta personas que desempeñan labores asociadas al mantenimiento de los cultivos, de los animales y al proceso de la panela. Trabajadores que no sufren de los males de la mecanización de los procesos, en donde la consciencia de los actos desaparece.

Patrimonio viviente de la caña 

Sembrar caña de azúcar en suertes, o pequeñas parcelas, permite ensayar diferentes variedades de la gramínea, lo que posibilita perfilar aquellas de mejor desempeño y adaptación. Esto bien lo sabía Carlos Durán Castro, quien tendía a la experimentación metodológica, como camino para hallar o desarrollar las variedades más idóneas y eficientes para un ecosistema. Venezuela 71-51, Puerto Rico 61-632, Coimbatore 421, son algunas de las variedades de caña que han sido sembradas en la hacienda, a partir de semillas propias obtenidas hace más de 25 años. Estas variedades gozan de buena aceptación entre los ingenios debido a su calidad y reportan alto rendimiento en la producción de panela bajo esquemas orgánicos, en el departamento cañero de Colombia.

Juan Fernando Suárez, gerente de calidad de Lucerna, afirma que el 70% de la producción de caña en el Valle del Cauca proviene de una misma variedad desarrollada por Cenicaña, la CC 8592, la cual describe como insumo-dependiente. En los experimentos de Lucerna esta caña produjo un rendimiento menor. Al encontrarse en un nicho orgánico, la CC 8592 no recibía el potencial de los insumos a los que está habituada, para captar las grandes cantidades de nitrógeno que requiere en su crecimiento. De ese hecho se deriva la imagen de un universo de variedades de caña que han caído en desuso y el surgimiento de denominadas versiones mejoradas de la gramínea. Según Juan Fernando, estas cañas mejoradas representan la expresión del cambio del suelo, que ya no tiene el potencial orgánico para hacer crecer a las variedades tradicionales, posiblemente debido a un viraje hacia la insumo-dependencia.

Así, entre la colcha de cultivos de caña de azúcar que compone el paisaje vallecaucano, las variedades cultivadas en la Hacienda Lucerna hacen parte del patrimonio viviente de la genética de la caña. Al utilizar estas tradicionales variedades de caña, Hacienda Lucerna obtiene producciones altamente satisfactorias, logrando volver eficiente en un esquema productivo orgánico, lo que en un sistema convencional no tiene resultados y ha sido descartado. Pareciera entonces que el problema no fuera de la eficacia de las variedades, sino de la alteración del suelo dada por la labranza convencional e insumo-dependiente, que lo incapacita para hacer detonar el crecimiento de estas cañas. Sin embargo, en Lucerna descartan la insumo-dependencia, la mecanización y la inmediatez en los procesos, para pactar con el ensayo reflexivo.

No estamos mecanizados, cortamos en verde 

Uno de los primeros hallazgos al recorrer el sistema integrado de la Hacienda es la consciencia de los trabajadores frente a sus labores. Ellos conocen la asociación entre las diferentes etapas del proceso de producción. Saben que todo es un sistema que fluye y que si una de las partes no es coherente, el resto tampoco lo será. Es así como las precauciones antes de entrar a una parcela de caña están ya interiorizadas. El corte de la caña en verde no representa un riesgo para su salud, pues el cultivo está limpio de químicos y el impacto negativo de la quema no tocará sus pulmones ni los de sus hijos.

La lluvia de ceniza que algunos niños juegan a atrapar en las calles de los pueblos vallecaucanos, no es más alimentada por Lucerna. La hacienda erradicó el perjudicial procedimiento de la quema pre y post cosecha de su caña, disminuyendo el impacto en la salud respiratoria de los humanos que habitan en la zona. También, con el corte en verde, Lucerna evita la pérdida innecesaria de materia orgánica, la desaparición de los microorganismos alojados en la capa superficial del suelo, así como la liberación de dióxido de carbono a la capa de ozono. Asimismo, este procedimiento le permite utilizar la hojarasca para la posterior conservación de la humedad y el reciclaje de nutrientes de la tierra.

Naturalmente, el corte en verde implica más esfuerzo y esmero en la cosecha y en el manejo de los residuos vegetales. Sin embargo, los beneficios que se derivan de esta técnica sobrepasan con creces la molestia del cansancio del trabajo manual. Y por otras vías, intangibles como todo lo esencial, se recupera el gasto que implica una mayor contratación de mano de obra para el corte en verde:

-Mejoramiento de la estructura física, biológica y química del suelo. Lo que significa mayor fertilidad, menor rotación de cultivos y disminución de la compactación del suelo; -Mejor conservación de la humedad y menor dependencia de insumos externos; -Significativo aporte de biomasa para el reciclaje de nutrientes del suelo y alimentación de animales.

El corte en verde es una herramienta fundamental para la consolidación de un sistema de producción sostenible de la caña, que, entre otras, permite aprovechar el recurso de la hojarasca, dando continuidad a otra fase del esquema de producción.

La Hojarasca

En Hacienda Lucerna la hojarasca de la caña de azúcar es un insumo apreciado. La hojarasca es un vínculo de transferencia de materiales, en los procesos de mejoramiento de la estructura del suelo. La hojarasca es, pues, alimento y energía para millones de microorganismos; como es el caso de algunos hongos que toman el nitrógeno que circula por la porosidad del suelo y lo transfieren a la raíz de la caña, detonando un mayor crecimiento en ésta. Otro aspecto ganador de la utilización de la hojarasca es la conservación y retención de la humedad de la tierra, lo que significa, también, menos necesidad de riego.

En la Hacienda Lucerna, la hojarasca se ubica en surcos intercalados al interior de las suertes, siendo rotada con cada corte, con el fin de lograr una homogeneidad en la evolución del suelo de toda la parcela. Las hileras de hojarasca también funcionan como colchón, amortiguando el paso del tractor y evitando la compactación del suelo.

La técnica de la hojarasca ha sido tradicionalmente utilizada en el cultivo de la caña, antes de que los términos de eficiencia estuvieran emparentados con la inmediatez en los procesos y un menor esfuerzo físico. El uso de esta técnica contribuye a la evolución de los suelos, lo que se traduce en larga vida para cultivos de cañas más nutritivas. La condición para el manejo de los residuos vegetales en el cultivo de la caña es hacer uso de creatividad, lógica y voluntad para alcanzar una mayor utilidad del sistema, al mismo tiempo que se contribuye a la regeneración de la tierra.

Banquete Ovejuno

Banquete ovejuno

La hojarasca bien podría ser útil alimento para los animales de la hacienda, trabajadores incansables y rigurosos. Sin embargo, el grupo de ovejas de la hacienda ya tiene asegurado su yantar, a modo de salario, por su arduo trabajo de control de arvenses en las suertes de la caña de Lucerna.

Es común toparse con un ejercito de ovejas, terror de enredaderas y malezas nobles, entre los cañaduzales de Lucerna. Y aunque las ovejas devoran estas hierbas, facilitando la tarea de corte en verde de la caña, raro es que se coman la caña de azúcar, pues la cantidad de planticas que encuentran a su paso les es suficiente. La importancia de esta técnica mutualista de control de arvenses radica en la inclusión de otras plantas entre las cañas.

En la agricultura convencional el deshierbe es efectuado de la mano del glifosato, que quema las malezas a su paso y deja una huella de detrimento en el suelo, al mismo tiempo que pone en riesgo la salud del que lo aplica, si éste no utiliza el equipo de seguridad adecuado para tal fin. En el sistema integral orgánico de Lucerna, las ovejas no sólo son apreciadas por el filo y la rapidez de su dentadura, sino también por el abono que dejan a su paso con sus excretas, sin olvidar el gusto de su carne, sabrosa y nutritiva. Juan Fernando asegura que por cada hectárea de caña, tres corderos pueden ser mantenidos, lo que se traduce en carne de alta calidad, significativamente económica. Como las barrigas de las ovejas al final de una jornada de trabajo, los beneficios son redondos.

Entre Gramíneas y Leguminosas nos acompañamos 

Un cultivo de caña parece sentirse más consentido al ser deshierbado por ovejas y acompañado por otras plantas amigas. En las parcelas de Hacienda Lucerna las leguminosas son llamadas a cumplir la fraternal labor. Ubicado entre las hileras de caña, el caupí, fríjol de cabecita negra, trabaja en el mejoramiento de la productividad del suelo, al cumplir varias funciones. Esta leguminosa proporciona abono, lo que mejora el estrato herbáceo del cultivo. Contribuye a la fijación de nitrógeno en el tallo de la caña, lo que se expresa en una mayor producción de azúcares, en la generación de más nutrientes y menos agua. Asimismo, la presencia de la leguminosa contribuye a la retención de humedad en el suelo, evitando la evapotranspiración del agua.

Al ser las leguminosas ricas en proteínas, vitaminas y minerales constituyen una fuente de alimentación idónea para los bovinos de la Hacienda. En este punto, además de participar en el esquema de producción de la caña -al beneficiar la nutrición del suelo y de la gramínea misma -las leguminosas hacen parte de los sistemas silvopastoriles de la hacienda. Si la gente afirma que la ganadería y la caña no se llevan, en Lucerna desmitifican el enunciado, al lograr hacer una armónica simbiosis entre los dos sistemas.

De Abonos y Sistemas Silvopastroriles 

Un aspecto de entrada para legitimar la convivencia de los sistemas agrícolas y pecuarios es que en conjunto leguminosas, arbustos y cercas vivas trabajan en la captación del CO2 liberado por los excrementos del ganado. Al mismo tiempo, estas plantas leñosas amortiguan el recurso hídrico, estimulando el crecimiento de los pastos y las capas herbáceas, que permiten el amplio pastoreo de los rumiantes. Pastoreo agradable al interior de microclimas frescos y sombreados, generados por las mismas leñosas, que atenúan los efectos del estrés climático en el ganado.

La reducción de la temperatura contribuye a la disminución del calor en los animales, lo que incrementa su productividad. Algunos aspectos del comportamiento del ganado se ven afectados por un microclima fresco, siendo algunos: el incremento del tiempo dedicado al pastoreo y al consumo de alimentos; reducción de la necesidad de agua; mayor eficiencia en la conversión de alimentos; ganancia de peso y mayor producción de leche; aumento de la fertilidad y reducción de la tasa de mortalidad de los bovinos jóvenes. Los bovinos, frescos y contentos, producen ellos a su vez el abono más rico para el cultivo de la caña, contribuyendo con sus excretas al reciclaje de nutrientes del suelo.

Y la caña, agradecida, devuelve el favor al ganado. Mientras las leguminosas como forrajeras proporcionan proteína al bovino, la cachaza le concede la energía suficiente para elevar la producción de leche a las vacas, disminuyendo la compra externa de concentrado. El alimento de los animales surge, entonces, del mismo sistema integral. La cadena se complementa una vez más, en una coherencia de esquemas productivos bajo el cobijo de la agricultura orgánica.

Sembrar un 10% del área del cultivo de la caña en callejones constituidos por leguminosas. Aminorar la tala de árboles para la realización de cercados. Plantarlos directamente para construir cercas vivas que, además de captación de CO2, trabajan en la conservación de la humedad del suelo y como barreras vivas para la protección del cultivo frente a las fumigaciones aéreas en las plantaciones vecinas. Sembrar plantas leñosas que, además de servir de alimento para el ganado y el suelo, suministran leña para las calderas en donde se procesa la caña. Elevar un ganado que contribuya con abono, carne y leche. Todas estas acciones componen una conjugación de sistemas silvopastoriles que funciona como un engranaje altamente efectivo, beneficiando a todas las partes que lo generan y, naturalmente, al que lo pone en marcha. Elementos de un sistema integral eficaz, responsable y comprometido, en donde diferentes esquemas productivos conviven armoniosos.

Riego Dirigido. Mantenimiento de cuencas 

El esquema de riego aplicado en los cultivos de la Hacienda Lucerna se integra también en la dinámica ecológica de su sistema productivo. Mientras que el riego es requerido imperiosamente en los cultivos convencionales de caña, en la Hacienda Lucerna son más esporádicos, puesto que las técnicas aplicadas en otras fases retrasan el estrés hídrico de la tierra. De la humedad conservada con ayuda de la técnica de la hojarasca y la integración de leguminosas, la planta de caña va tomando el agua cuando lo necesita, alimentando así el vivo verdor y la amplitud de sus hojas.

Así, al estos cultivos de caña no requerir cantidades extravagantes de agua, la nivelación se presenta como una técnica eficaz para proporcionar dirección de entrada, paso y salida al agua de riego y a la surgida de las lluvias. Además, en zona plana, la situación de consecución del agua no es tan dramática como la de la ladera, en donde hay que hacer uso del recurso hídrico de pozos profundos. Así, la Hacienda Lucerna ha decidido invertir el ahorro efectuado en la consecución del agua de riego, en la protección de la cuenca del Río Cauca. Para ello, se ha asociado con otros productores de la región, con los que genera el crecimiento de bosques en la zona de la cuenca.

El sistema integral aplicado en la Hacienda Lucerna constituye un modelo para la región, por su eficiencia en términos de sostenibilidad y economía. La coherencia en las acciones es clave para construir una filosofía fuerte, que permita realizar procesos orgánicos e integrales, en un campo colombiano sembrado mayoritariamente con técnicas de la agricultura convencional. Recibir y devolver a la naturaleza debe ser el derrotero fundamental de la intervención humana, en el ecosistema en el que ésta se desarrolla.

De la mano del compromiso, la ciencia y la experimentación, la Hacienda Lucerna ha ido consolidando su paso por el camino de la agricultura orgánica. Sin embargo, en Lucerna son conscientes de que el trayecto es compartido y de que solos, únicamente lograrán ser un breve alveolo orgánico en un gran pulmón convencional. Congruente, la Hacienda Lucerna permanece abierta e invita a compartir sus experiencias a otros productores de la región y del país, puesto que sólo mediante el intercambio de ideas y conocimientos, se avanza en el objetivo común de reivindicar nuestra relación con la tierra.

El viraje hacia sistemas productivos eco-lógicos no sólo ofrece la posibilidad de rescatar la eficiencia de las prácticas tradicionales, de darle cabida a la reflexión, de re-dimensionar la inmediatez y valorar el trabajo manual, sino que también favorece el compromiso de retornarle a la tierra su sostenibilidad que, a la postre, es también la nuestra. El cambio es imperioso.

Natalia Fernández-Ruiz
Cali, Colombia, marzo 7 de 2012

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La suerte de la eficiencia orgánica

Entrevista a Juan Fernando Suárez – Gerente de Calidad Hacienda Lucerna

Juan Fernando Suárez, Gerente de Calidad Hacienda Lucerna.

Nos encaminamos desde Cali hasta Bugalagrande por la vía vecina a Rozo. La carretera, llana y amigable, se ensombrecía al atravesar los campos de árboles barbados, para volver a iluminarse al ritmo de los cultivos despeinados de caña. Como el sol, la caña de azúcar se impone en el paisaje del Valle del río Cauca, en donde se ubican cerca de 2000 productores del palo dulce, a los que se suman 13 ingenios. Entre productores, 76%, e ingenios, 24%, siembran alrededor de 218.000 hectáreas de caña a lo largo del recorrido del río Cauca por los departamentos del Cauca, Valle y Risaralda.

La ruta de cañaduzales nos condujo hacia la tradicional Hacienda Lucerna, predio que lanza desde sus campos y edificaciones claves de la historia del agro del Valle del Cauca. La casa blanca y roja nos saludó silenciosa con sus ojos-ventana, esos por los que han pasado instantáneas de una familia dedicada al agro; esos que testimonian de las motivaciones de Carlos Durán Castro, científico aplicado, gestor del desarrollo agropecuario del Valle del Cauca en el siglo XX.

Carlos Durán Castro aportó sólidos conocimientos e interesantes acercamientos al estudio, progreso e implementación de esquemas productivos adaptados a la realidad del campo vallecaucano. El desarrollo de la raza Lucerna, eficiente lechera adaptada a las condiciones tropicales, es sólo uno de los efectos tangibles de su emprendimiento. Políticas que pactaron por un desarrollo eficiente del agro regional, basadas en una relación respetuosa con la naturaleza y su sabiduría, constituyen la esencia de su gestión y legado.

Es así como desde su fundador, la Hacienda Lucerna ha sido una especie de finca agrícola experimental, en donde se propende por el desarrollo y aplicación de esquemas productivos adaptados al ecosistema local, respetuosos de la naturaleza y del ser humano. En 1988, Hacienda Lucerna inició su vuelco hacia la agricultura orgánica, con la generación de caña de azúcar para la producción de panela en bloque y granulada. De 152 hectáreas sembradas en caña, generan cerca de 16.875 toneladas al año. Desde esas áreas, en Bugalagrande, Juan Fernando Suárez, gerente de calidad de la Hacienda Lucerna, nos concedió una entrevista, en la que la experiencia de Lucerna como productora de panela orgánica nos reveló interesantes elementos.

Vuelta a lo tradicional 

CERES Colombia: ¿Cuál fue la motivación de H. Lucerna para producir orgánicamente? 

Juan Fernando Suárez: Lucerna era un productor completamente convencional que quemaba, aplicaba herbicida e insecticida. El Dr. Carlos Durán siempre fue un visionario y él decía “pero cómo es posible que en un cultivo de estos cada vez nos volvamos más insumo-depedientes. Tiene que existir otro esquema productivoVamos a darle un vuelco total a esto”. Él se preguntó por qué estábamos acabando con nuestro suelo y deteriorando el medio ambiente y empezó a devolverse; a arreglar esa cantidad de errores que se habían cometido. El doctor Carlos lo que hizo fue mostrarnos el camino. Demostró que la caña no sólo era productiva de la forma convencional, sino también en un esquema orgánico con el que trabajamos hace más de 20 años. Él fue capaz de eliminar el uso de los elementos químicos en la combustión orgánica, pues antiguamente los agricultores no utilizaban químicos. De allí en adelante fue una pelea muy dura, porque para los ingenios decirles “usted no puede quemar si no cortar en verde” era como pegarles una bofetada. Hemos trabajado duro y nos sentimos muy tranquilos con la decisión que el doctor Carlos tomó.

Nosotros no queremos ser únicos, pues sabemos que este es el esquema productivo de un futuro muy cercano o si no, no lo habrá.

CC: Háblenos de lo particular del trabajo en la Hacienda Lucerna.

JFS: Hemos ido rescatando técnicas y modificándolas con nuestras necesidades. Cada día estamos convencidos de lo que hacemos. No hacemos nada mecanizado. El trabajador de la hacienda ya tiene los cuidados dentro de su cultura. Piensa antes de entrar al cultivo, pues es consciente de los daños, no está mecanizado, pues normalmente a los trabajadores los mandan a hacer una tarea, pero no existe la pregunta del por qué. Respetan el cultivo porque conocen los procedimientos que se están llevando a cabo allí. Se ha ido creando una consciencia entre los trabajadores.

CC: Muchas de las técnicas que aplican ¿surgen del conocimiento tradicional?

JFS: Claro. Los abuelos, bisabuelos, nuestros antepasados siempre produjeron con lo que había en campo. Ellos no ponían el uso de los químicos de por medio. Recuerdo que mi abuelo se oponía a la minería a pesar de no tener los conceptos técnicos de los daños que ésta puede producir. Hemos ido perdiendo esa costumbre de producir como tradicionalmente se hizo.

CC: ¿Toman también elementos de experiencias internacionales en orgánica?

JFS: Hay países desarrollados que llevan gran recorrido en lo orgánico. No sería lógico decir que no nos basamos en lo que ellos publiquen. Pero hay una situación particular y es que Colombia es un país tropical. Contamos con la radiación solar los 365 días del año y eso es un potencial que no tienen muchos países del mundo. A partir de ese potencial debemos referenciarnos de lo que hacen en el exterior, pero siempre puliendo con la realidad de nuestros sistemas productivos. Creo que es una mezcla de los dos.

La soledad de los ecológicos 

CC: ¿Se sienten solos como productores orgánicos en su gremio? 

JFS: No tenemos apoyo. Hay que resaltar que los productores orgánicos tenemos unos aliados muy importantes: las certificadoras que hacen que este camino tenga sentido final. La certificadora no es un agente que viene simplemente a hacer una inspección, sino un apoyo para mejorar las cosas que no se han consolidado aún. También, es una entidad que tiene credibilidad. Los productores no han podido identificar esto y se preguntan cómo van a meter una cantidad de plata en una certificación. Miran la parte de los pesos, en lugar de los beneficios a futuro. Ahora cualquier producto debería tener una certificación. La gente responde que el valor agregado de su producto es la calidad, cuando eso debe ser un compromiso. Pero ahora lo que juegan son valores agregados y qué más valor agregado que un sello certificador.

CC: ¿Existe algún incentivo estatal para la producción orgánica? 

JFS: Ninguno. En el mercado internacional tenemos un apoyo fuerte hacia la producción orgánica, porque ellos ya pasaron por lo que estamos viviendo. Ellos ya acabaron todo el recurso de ellos y entonces no les conviene que pase lo mismo en otros lugares.

CC: ¿Existen iniciativas de trabajo conjunto por parte de productores orgánicos? JFS: Productores orgánicos en conjunto no hay. Contamos con la reserva natural El Hatico, con quienes nos certificamos conjuntamente y por fortuna tenemos un ingenio que viene haciendo las cosas de forma diferente, el ingenio Providencia, donde hay alrededor de mil hectáreas certificadas en caña de azúcar orgánica. Desafortunadamente en el Valle del Cauca hay es un monocultivo de la caña, por lo que tenemos que propender a una producción más eficiente. Eficiente en términos de lograr que el suelo y el cultivo sean más duraderos, eliminando elementos químicos de la producción.

Suerte de 22 años* 

CC: Háblenos de la eficiencia de lo orgánico.

JFS: Estamos convencidos de que somos más eficientes que un productor convencional. Solamente este tema, los productores convencionales tienen que coger su cultivo cada cuatro o cinco cortes, es decir, cada cuatro o cinco años y volverlo a sembrar las suertes nuevamente, porque la producción va en caída. Entonces estamos hablando de cuatro cortes. Nosotros en este momento tenemos suertes de caña de 19 cortes y creciendo. De las labores culturales, la que más hace daño es la quema, en donde los primeros cinco centímetros del suelo mueren y allí es donde tenés todos los microorganismos benéficos para el suelo. Nosotros no hacemos eso. Hemos ido creciendo poco a poco, estamos ya en más del 3% de materia orgánica en el suelo. En cuestión de diez años hemos mejorado la materia orgánica en casi un punto. La gente se preguntará ¿apenas un punto? pero el mejoramiento de ese sólo punto es tan grande que nisiquiera se puede cuantificar.

CC: ¿Qué impactos genera la producción orgánica? 

JFS: Si H. Lucerna fuera un productor convencional no generaría más de 8 empleos directos. En conjunto, H. Lucerna genera 70 empleos directos. En la parte ambiental es un pulmoncito en un mar de caña convencional, en donde en estas 222 hectáreas de la hacienda sabemos que no hay política de manejo diferente a la orgánica. Esto nos ha llevado al manejo de zonas de liberación. Nuestra producción y mejora han sido tan grandes, que tenemos zonas de amortiguamiento en la hacienda. Tenemos dos hectáreas de nivelación, cercas vivas y todo el sistema genera una mejor producción en las partes que lo componen. Esperamos que lo que nosotros venimos haciendo pueda ser copiado. Que nos olvidemos del herbicida y tengamos rebaños de ovejas; que nos olvidemos de las quemas y tengamos corteros que puedan sentirse sanos cortando la caña en verde; que tengamos zonas, que no sean aptas para la caña, en otro tipo de manejos. Si hacemos esto vamos a conservar el recurso hídrico, uno de los más importantes.

CC: ¿Qué actitudes se requieren para ser un productor orgánico? 

JFS: Lo primero, creer que la producción orgánica sí es posible. Lo segundo, tener ganas, porque no puedo desconocer que la producción orgánica demanda muchísimo más tiempo que la producción convencional. Pero si uno está convencido de ese tema, pues lo hace.

CC: ¿Cómo percibe el mercado orgánico en Colombia? 

JFS: En Colombia sí hay nichos, lo que pasa es que la panela es un producto muy difícil. Con la panela hay que entrar a competir con precios en el mercado nacional. El mercado internacional sí paga el valor agregado de lo orgánico.

CC: ¿Cuál ha sido la experiencia de H. Lucerna en el mercado internacional? JFS: Es triste decirlo, pero cuando empezamos con la panela orgánica, nuestro cliente en EEUU nos dio un apoyo muy fuerte. Antes de tener apoyo nacional, tuvimos apoyo internacional. Es rico pensar que el producto de uno está llegando a x país, pero más rico sería decir que nuestro producto está llegando a varias ciudades de nuestro país.

CC: ¿Qué clientes surten y cuál es la demanda? 

JFS: En el Valle a La 14, Olímpica, Surtifamiliar y Comfandi. Algunos distribuidores de pequeñas supermercados y tiendas. Esto es porque la producción no nos alcanza. Sé que si fuéramos capaces de encontrar aliados que quisieran acercarse al nicho de lo ecológico, si producimos 1200 toneladas, 1200 toneladas vendemos. Pero ahora nos tenemos que limitar a lo que hacemos. Por eso hemos pensado en hacer una pequeña alianza con otro trapiche, para tener otro sitio en donde poder producir nuestra panela e incentivar a otros productores a que se certifiquen. Tranquilamente, podemos pagar 3 mil ó 4 mil pesos más por tonelada de caña a un productor orgánico de lo que le está pagando un ingenio.

El sabor de lo orgánico 

El sabor de lo orgánico

CC: ¿Cuál es el sabor de una panela orgánica frente a la convencional? 

JFS: Como buen paisa soy buen consumidor de panela. Antes, en Medellín, compraba la panela sin diferenciarla. Pero cuando uno ya conoce su panela, uno diferencia. En una aguapanela se sienten sabores distintos. Se perciben sabores más amargos y en algunas, no en todas, cierto sabor a algún químico, como un floculante o una acrilamida sintética, pues a los cultivos convencionales de caña, faltándoles 8 semanas para el corte los maduran. Ponen banderas y con una avionetica ¡yum! les aplican ese madurante que inhibe el crecimiento de la planta, entonces la concentración de azúcar se queda en el entalle. Desafortunadamente todos esos madurantes son químicos y la mayor parte son a base de glifosato. Esto sigue siendo permitido y los que consumen azúcar convencional lo ingieren.

CC: ¿Cómo percibe los hábitos de consumo de los colombianos? 

JFS: Los productores de orgánica tenemos que mejorar algo. Sabemos que un producto orgánico tiene un valor agregado que hay que incluir en el precio. Nosotros lo ponemos, pero en una escala en la que cualquier persona pueda consumirlo. Desafortunadamente muchos productores orgánicos inflan los precios. A eso no podemos llegar, porque estamos demostrando en este momento que tenemos sistemas de producción eficientes, más rentables, entonces ¿cómo vamos a trasladarle al consumidor final esos precios tan altos? Así, el consumo de lo orgánico se vuelve elitista.

CC: ¿Cómo motivar a consumidores a optar por alimentos sanos y a productores a adoptar esquemas de producción orgánicos? 

JFS: Tenemos que trabajar desde los niños, porque los padres de familia no prefieren para ellos mismos lo mejor, pero para sus hijos sí. En escuelas, colegios, universidades, supermercados, la clave sería capacitar a los padres de familia y mostrarles los productos que existen para la alimentación sana de sus hijos. Yo creo que ese es el camino. En cuanto a los productores, hay algunos que se motivan por el bolsillo. Hay que mostrarles lo rentable que puede llegar a ser lo ecológico frente a lo convencional.

Cuestión de réplica 

CC: ¿Existe alguna divulgación de la investigación y desarrollo de Lucerna?

JFS: Compartimos todo nuestro conocimiento, pero nos falta ese apoyo en la divulgación, pues ocurre que se tiende a pensar en los agricultores orgánicos como locos o románticos. Ofrecemos visitas en donde mostramos todo el proceso de la panela, no sólo el de la planta y trapiche sino también el de campo. Lo interesante es que lo que cobramos por esas visitas, lo invertimos en investigación. Con esto queremos divulgar más el conocimiento acerca de los esquemas productivos ecológicos; que los productores vengan e interactúen, pues de esas visitas han salido ideas muy buenas. Que no sólo se piense en Lucerna como pionera, si no como una réplica de muchísimos productores en la región, que puedan alcanzar lo que nosotros, en la parte de producción ecológica. 

CC: ¿Conoce experiencias locales similares en agricultura orgánica? 

JFS: Por la zona no hay experiencias similares. Está el Ingenio Providencia que tiene alrededor de mil hectáreas certificadas. Hay réplicas en Tolima, Antioquia, la Costa Atlántica que ayudan a demostrar que estos esquemas son los viables. Hay productores de fruta que van para delante con el manejo orgánico. También los hay de palma y de café. Pequeños y medianos productores deben volverse las personas capaces de mostrar y replicar esto en las regiones. El esfuerzo no debe ser de uno solo. El mercado está pidiendo producción orgánica, pero no hemos podido enviar más producto porque no lo hay. Mientras haya más productores orgánicos, va a haber más cobertura de los mercados que ahora no se cubren por la insuficiencia de la oferta.

CC: ¿Desde la H. Lucerna como productora orgánica, qué propondría al campo? JFS: Antes se trataba de los que nos naciera tener una producción orgánica. Ahora creo que necesariamente se trata de una obligación. El recurso agua se está agotando y la gran cantidad de elementos químicos que estamos utilizando va generando una residualidad en los alimentos y en el cuerpo humano. La clave es apoyarnos unos a los otros, porque ahora estamos solos. Algo importante es que los productores nos volvamos comercializadores de nuestros productos. Así, tendremos mayor utilidad y podremos fijar un precio más favorable al consumidor final. Es allí cuando los productores preferirán producir saludable a convencional. Necesitamos más apoyo del Estado y, en las ferias, más campo a los productores ecológicos. Y tener en cuenta que lo que hacemos desde la producción ecológica es en pro de todo el país, de la naturaleza, no solo de unas cuantas personas.

Después de varias horas de dedicación de Juan Fernando hacia nosotros, en las que recorrimos la hacienda, volvimos agradecidos a la carretera. Aún con el enérgico dulce de la panela Lucerna en el gusto, nuestras papilas, románticas, sentían una conexión directa con el trabajo de la tierra, con la tradición de saber escuchar a la naturaleza, esa práctica tan propia de la labranza de nuestros abuelos. Esa que sigue guiando las acciones de la Hacienda Lucerna hacia la construcción de futuro, pues como afirmaba Juan Fernando, “Hay daños en nuestro planeta que ya son irreparables. Lo que tenemos que pensar es en cómo no continuar dañándolo. Las grandes potencias lo han hecho y quieren devolverse. Creo que tenemos que pensar es en hacer futuro”.

*Suerte: Lotes sembrados de caña de azúcar.
Información visitas guiadas Hacienda Lucerna: Juan Fernando Suárez – Gerente de Calidad
lucernaproduccion@gmail.com 

Entrevista, redacción y fotografía por:
Natalia Fernández-Ruiz
Cali, Colombia, febrero 28 de 2012