Recorriendo la Hacienda Lucerna
Existen distintas vías para realizar algo. Alguien podría decidir sembrar pequeñas parcelas con variedades de caña de azúcar en desuso y obtener por hectárea un promedio de 9 toneladas al mes, durante quince o más años. Elegir intercalar líneas de leguminosas entre las líneas de la gramínea para crear callejones. Contratar ovejas para las labores de deshierbe y pagarles tanto como coman. Obtener una caña de excelsa calidad a un costo considerablemente menor que el de una caña convencional.
Algunos como La Hacienda Lucerna optaron por ese ritmo pausado, que permite reflexionar acerca de los esquemas productivos que se implementan. Como resultado, han creado un eficaz sistema de producción que integra agricultura y métodos silvopastoriles.
La Hacienda Lucerna maneja 152 hectáreas de caña de azúcar, que al año reportan una producción de 16.875 toneladas de esta gramínea. Esta empresa vallecaucana, situada en Bugalagrande, celebra 70 años en función, decenios en los que ha evolucionado a pasos colosales la estructura de sus sistemas productivos y, por ahí derecho, la sostenibilidad de la tierra que ocupa.
Enfocado inicialmente en la producción de soya y arroz, Carlos Durán Castro, visionario ingeniero agrónomo y fundador de la hacienda, desarrolló variedades que estuvieron en sintonía con la línea ambiental del Valle del Cauca. Luego, su interés se extendió hacia lo pecuario, en donde dedicó 50 años al desarrollo de la raza Lucerna. Durante esa trayectoria experimental, Durán Castro integró la caña de azúcar como cultivo predominante en la Hacienda, con el objetivo de producir panela de alta calidad, en un país en donde siendo este alimento un producto de consumo masivo, es producido y distribuido de forma rudimentaria y sin mayores controles.
Para Carlos Durán Castro era claro que la interrelación con la tierra debía ser en términos de recibir de ella y devolverle con creces. Es así como dedicó su vida profesional a hallar los mecanismos adecuados para la implementación de un sistema integral, en el que se propiciara la sana prolongación de los recursos y del fruto obtenido de ellos. El camino de la agricultura orgánica, que recoge muchas de las técnicas utilizadas tradicionalmente por los agricultores, se le presentó como una alternativa libre de químicos y un deber para con la construcción de futuro. Hoy, Hacienda Lucerna emplea cerca de setenta personas que desempeñan labores asociadas al mantenimiento de los cultivos, de los animales y al proceso de la panela. Trabajadores que no sufren de los males de la mecanización de los procesos, en donde la consciencia de los actos desaparece.
Patrimonio viviente de la caña
Sembrar caña de azúcar en suertes, o pequeñas parcelas, permite ensayar diferentes variedades de la gramínea, lo que posibilita perfilar aquellas de mejor desempeño y adaptación. Esto bien lo sabía Carlos Durán Castro, quien tendía a la experimentación metodológica, como camino para hallar o desarrollar las variedades más idóneas y eficientes para un ecosistema. Venezuela 71-51, Puerto Rico 61-632, Coimbatore 421, son algunas de las variedades de caña que han sido sembradas en la hacienda, a partir de semillas propias obtenidas hace más de 25 años. Estas variedades gozan de buena aceptación entre los ingenios debido a su calidad y reportan alto rendimiento en la producción de panela bajo esquemas orgánicos, en el departamento cañero de Colombia.
Juan Fernando Suárez, gerente de calidad de Lucerna, afirma que el 70% de la producción de caña en el Valle del Cauca proviene de una misma variedad desarrollada por Cenicaña, la CC 8592, la cual describe como insumo-dependiente. En los experimentos de Lucerna esta caña produjo un rendimiento menor. Al encontrarse en un nicho orgánico, la CC 8592 no recibía el potencial de los insumos a los que está habituada, para captar las grandes cantidades de nitrógeno que requiere en su crecimiento. De ese hecho se deriva la imagen de un universo de variedades de caña que han caído en desuso y el surgimiento de denominadas versiones mejoradas de la gramínea. Según Juan Fernando, estas cañas mejoradas representan la expresión del cambio del suelo, que ya no tiene el potencial orgánico para hacer crecer a las variedades tradicionales, posiblemente debido a un viraje hacia la insumo-dependencia.
Así, entre la colcha de cultivos de caña de azúcar que compone el paisaje vallecaucano, las variedades cultivadas en la Hacienda Lucerna hacen parte del patrimonio viviente de la genética de la caña. Al utilizar estas tradicionales variedades de caña, Hacienda Lucerna obtiene producciones altamente satisfactorias, logrando volver eficiente en un esquema productivo orgánico, lo que en un sistema convencional no tiene resultados y ha sido descartado. Pareciera entonces que el problema no fuera de la eficacia de las variedades, sino de la alteración del suelo dada por la labranza convencional e insumo-dependiente, que lo incapacita para hacer detonar el crecimiento de estas cañas. Sin embargo, en Lucerna descartan la insumo-dependencia, la mecanización y la inmediatez en los procesos, para pactar con el ensayo reflexivo.
No estamos mecanizados, cortamos en verde
Uno de los primeros hallazgos al recorrer el sistema integrado de la Hacienda es la consciencia de los trabajadores frente a sus labores. Ellos conocen la asociación entre las diferentes etapas del proceso de producción. Saben que todo es un sistema que fluye y que si una de las partes no es coherente, el resto tampoco lo será. Es así como las precauciones antes de entrar a una parcela de caña están ya interiorizadas. El corte de la caña en verde no representa un riesgo para su salud, pues el cultivo está limpio de químicos y el impacto negativo de la quema no tocará sus pulmones ni los de sus hijos.
La lluvia de ceniza que algunos niños juegan a atrapar en las calles de los pueblos vallecaucanos, no es más alimentada por Lucerna. La hacienda erradicó el perjudicial procedimiento de la quema pre y post cosecha de su caña, disminuyendo el impacto en la salud respiratoria de los humanos que habitan en la zona. También, con el corte en verde, Lucerna evita la pérdida innecesaria de materia orgánica, la desaparición de los microorganismos alojados en la capa superficial del suelo, así como la liberación de dióxido de carbono a la capa de ozono. Asimismo, este procedimiento le permite utilizar la hojarasca para la posterior conservación de la humedad y el reciclaje de nutrientes de la tierra.
Naturalmente, el corte en verde implica más esfuerzo y esmero en la cosecha y en el manejo de los residuos vegetales. Sin embargo, los beneficios que se derivan de esta técnica sobrepasan con creces la molestia del cansancio del trabajo manual. Y por otras vías, intangibles como todo lo esencial, se recupera el gasto que implica una mayor contratación de mano de obra para el corte en verde:
-Mejoramiento de la estructura física, biológica y química del suelo. Lo que significa mayor fertilidad, menor rotación de cultivos y disminución de la compactación del suelo; -Mejor conservación de la humedad y menor dependencia de insumos externos; -Significativo aporte de biomasa para el reciclaje de nutrientes del suelo y alimentación de animales.
El corte en verde es una herramienta fundamental para la consolidación de un sistema de producción sostenible de la caña, que, entre otras, permite aprovechar el recurso de la hojarasca, dando continuidad a otra fase del esquema de producción.
La Hojarasca
En Hacienda Lucerna la hojarasca de la caña de azúcar es un insumo apreciado. La hojarasca es un vínculo de transferencia de materiales, en los procesos de mejoramiento de la estructura del suelo. La hojarasca es, pues, alimento y energía para millones de microorganismos; como es el caso de algunos hongos que toman el nitrógeno que circula por la porosidad del suelo y lo transfieren a la raíz de la caña, detonando un mayor crecimiento en ésta. Otro aspecto ganador de la utilización de la hojarasca es la conservación y retención de la humedad de la tierra, lo que significa, también, menos necesidad de riego.
En la Hacienda Lucerna, la hojarasca se ubica en surcos intercalados al interior de las suertes, siendo rotada con cada corte, con el fin de lograr una homogeneidad en la evolución del suelo de toda la parcela. Las hileras de hojarasca también funcionan como colchón, amortiguando el paso del tractor y evitando la compactación del suelo.
La técnica de la hojarasca ha sido tradicionalmente utilizada en el cultivo de la caña, antes de que los términos de eficiencia estuvieran emparentados con la inmediatez en los procesos y un menor esfuerzo físico. El uso de esta técnica contribuye a la evolución de los suelos, lo que se traduce en larga vida para cultivos de cañas más nutritivas. La condición para el manejo de los residuos vegetales en el cultivo de la caña es hacer uso de creatividad, lógica y voluntad para alcanzar una mayor utilidad del sistema, al mismo tiempo que se contribuye a la regeneración de la tierra.
Banquete ovejuno
La hojarasca bien podría ser útil alimento para los animales de la hacienda, trabajadores incansables y rigurosos. Sin embargo, el grupo de ovejas de la hacienda ya tiene asegurado su yantar, a modo de salario, por su arduo trabajo de control de arvenses en las suertes de la caña de Lucerna.
Es común toparse con un ejercito de ovejas, terror de enredaderas y malezas nobles, entre los cañaduzales de Lucerna. Y aunque las ovejas devoran estas hierbas, facilitando la tarea de corte en verde de la caña, raro es que se coman la caña de azúcar, pues la cantidad de planticas que encuentran a su paso les es suficiente. La importancia de esta técnica mutualista de control de arvenses radica en la inclusión de otras plantas entre las cañas.
En la agricultura convencional el deshierbe es efectuado de la mano del glifosato, que quema las malezas a su paso y deja una huella de detrimento en el suelo, al mismo tiempo que pone en riesgo la salud del que lo aplica, si éste no utiliza el equipo de seguridad adecuado para tal fin. En el sistema integral orgánico de Lucerna, las ovejas no sólo son apreciadas por el filo y la rapidez de su dentadura, sino también por el abono que dejan a su paso con sus excretas, sin olvidar el gusto de su carne, sabrosa y nutritiva. Juan Fernando asegura que por cada hectárea de caña, tres corderos pueden ser mantenidos, lo que se traduce en carne de alta calidad, significativamente económica. Como las barrigas de las ovejas al final de una jornada de trabajo, los beneficios son redondos.
Entre Gramíneas y Leguminosas nos acompañamos
Un cultivo de caña parece sentirse más consentido al ser deshierbado por ovejas y acompañado por otras plantas amigas. En las parcelas de Hacienda Lucerna las leguminosas son llamadas a cumplir la fraternal labor. Ubicado entre las hileras de caña, el caupí, fríjol de cabecita negra, trabaja en el mejoramiento de la productividad del suelo, al cumplir varias funciones. Esta leguminosa proporciona abono, lo que mejora el estrato herbáceo del cultivo. Contribuye a la fijación de nitrógeno en el tallo de la caña, lo que se expresa en una mayor producción de azúcares, en la generación de más nutrientes y menos agua. Asimismo, la presencia de la leguminosa contribuye a la retención de humedad en el suelo, evitando la evapotranspiración del agua.
Al ser las leguminosas ricas en proteínas, vitaminas y minerales constituyen una fuente de alimentación idónea para los bovinos de la Hacienda. En este punto, además de participar en el esquema de producción de la caña -al beneficiar la nutrición del suelo y de la gramínea misma -las leguminosas hacen parte de los sistemas silvopastoriles de la hacienda. Si la gente afirma que la ganadería y la caña no se llevan, en Lucerna desmitifican el enunciado, al lograr hacer una armónica simbiosis entre los dos sistemas.
De Abonos y Sistemas Silvopastroriles
Un aspecto de entrada para legitimar la convivencia de los sistemas agrícolas y pecuarios es que en conjunto leguminosas, arbustos y cercas vivas trabajan en la captación del CO2 liberado por los excrementos del ganado. Al mismo tiempo, estas plantas leñosas amortiguan el recurso hídrico, estimulando el crecimiento de los pastos y las capas herbáceas, que permiten el amplio pastoreo de los rumiantes. Pastoreo agradable al interior de microclimas frescos y sombreados, generados por las mismas leñosas, que atenúan los efectos del estrés climático en el ganado.
La reducción de la temperatura contribuye a la disminución del calor en los animales, lo que incrementa su productividad. Algunos aspectos del comportamiento del ganado se ven afectados por un microclima fresco, siendo algunos: el incremento del tiempo dedicado al pastoreo y al consumo de alimentos; reducción de la necesidad de agua; mayor eficiencia en la conversión de alimentos; ganancia de peso y mayor producción de leche; aumento de la fertilidad y reducción de la tasa de mortalidad de los bovinos jóvenes. Los bovinos, frescos y contentos, producen ellos a su vez el abono más rico para el cultivo de la caña, contribuyendo con sus excretas al reciclaje de nutrientes del suelo.
Y la caña, agradecida, devuelve el favor al ganado. Mientras las leguminosas como forrajeras proporcionan proteína al bovino, la cachaza le concede la energía suficiente para elevar la producción de leche a las vacas, disminuyendo la compra externa de concentrado. El alimento de los animales surge, entonces, del mismo sistema integral. La cadena se complementa una vez más, en una coherencia de esquemas productivos bajo el cobijo de la agricultura orgánica.
Sembrar un 10% del área del cultivo de la caña en callejones constituidos por leguminosas. Aminorar la tala de árboles para la realización de cercados. Plantarlos directamente para construir cercas vivas que, además de captación de CO2, trabajan en la conservación de la humedad del suelo y como barreras vivas para la protección del cultivo frente a las fumigaciones aéreas en las plantaciones vecinas. Sembrar plantas leñosas que, además de servir de alimento para el ganado y el suelo, suministran leña para las calderas en donde se procesa la caña. Elevar un ganado que contribuya con abono, carne y leche. Todas estas acciones componen una conjugación de sistemas silvopastoriles que funciona como un engranaje altamente efectivo, beneficiando a todas las partes que lo generan y, naturalmente, al que lo pone en marcha. Elementos de un sistema integral eficaz, responsable y comprometido, en donde diferentes esquemas productivos conviven armoniosos.
Riego Dirigido. Mantenimiento de cuencas
El esquema de riego aplicado en los cultivos de la Hacienda Lucerna se integra también en la dinámica ecológica de su sistema productivo. Mientras que el riego es requerido imperiosamente en los cultivos convencionales de caña, en la Hacienda Lucerna son más esporádicos, puesto que las técnicas aplicadas en otras fases retrasan el estrés hídrico de la tierra. De la humedad conservada con ayuda de la técnica de la hojarasca y la integración de leguminosas, la planta de caña va tomando el agua cuando lo necesita, alimentando así el vivo verdor y la amplitud de sus hojas.
Así, al estos cultivos de caña no requerir cantidades extravagantes de agua, la nivelación se presenta como una técnica eficaz para proporcionar dirección de entrada, paso y salida al agua de riego y a la surgida de las lluvias. Además, en zona plana, la situación de consecución del agua no es tan dramática como la de la ladera, en donde hay que hacer uso del recurso hídrico de pozos profundos. Así, la Hacienda Lucerna ha decidido invertir el ahorro efectuado en la consecución del agua de riego, en la protección de la cuenca del Río Cauca. Para ello, se ha asociado con otros productores de la región, con los que genera el crecimiento de bosques en la zona de la cuenca.
El sistema integral aplicado en la Hacienda Lucerna constituye un modelo para la región, por su eficiencia en términos de sostenibilidad y economía. La coherencia en las acciones es clave para construir una filosofía fuerte, que permita realizar procesos orgánicos e integrales, en un campo colombiano sembrado mayoritariamente con técnicas de la agricultura convencional. Recibir y devolver a la naturaleza debe ser el derrotero fundamental de la intervención humana, en el ecosistema en el que ésta se desarrolla.
De la mano del compromiso, la ciencia y la experimentación, la Hacienda Lucerna ha ido consolidando su paso por el camino de la agricultura orgánica. Sin embargo, en Lucerna son conscientes de que el trayecto es compartido y de que solos, únicamente lograrán ser un breve alveolo orgánico en un gran pulmón convencional. Congruente, la Hacienda Lucerna permanece abierta e invita a compartir sus experiencias a otros productores de la región y del país, puesto que sólo mediante el intercambio de ideas y conocimientos, se avanza en el objetivo común de reivindicar nuestra relación con la tierra.
El viraje hacia sistemas productivos eco-lógicos no sólo ofrece la posibilidad de rescatar la eficiencia de las prácticas tradicionales, de darle cabida a la reflexión, de re-dimensionar la inmediatez y valorar el trabajo manual, sino que también favorece el compromiso de retornarle a la tierra su sostenibilidad que, a la postre, es también la nuestra. El cambio es imperioso.
Natalia Fernández-Ruiz
Cali, Colombia, marzo 7 de 2012